sábado, 6 de febrero de 2010

ENTREVISTA A FERNANDO CLEMOT ( En el blog Últimas palabras, por Iván Humanes)


"...Si nos limitamos a escribir crónicas o a imitar el lenguaje periodístico en la literatura, ésta acabará convirtiéndose en guiones o en puro periodismo, en imagen, al fin y al cabo..."

por Iván Humanes.

Fernando Clemot (Barcelona, 1970), reciente ganador del Premio Setenil al mejor libro de cuentos publicado en España con Estancos del Chiado (Paralelo Sur), publica su primera novela en Ediciones Barataria: El golfo de los Poetas. Clemot ahonda en los secretos de la identidad y dispone un viaje a la memoria perdida de Leo Carver, personaje principal de la novela. Tragedia, alcohol, sexo, literatura y culpa son algunos de los elementos del tormentoso golfo de los poetas.

Uno de los logros más notables de El golfo de los Poetas es el personaje principal, que es su narrador, Leo Carver, ¿cómo llegaste a él? ¿Cómo diseñaste el personaje?
La observación y algunas experiencias personales son suficientes para desarrollar una personalidad como la de Carver. El alcohol está ahí, es parte de nuestras vidas, también ciertas rutinas de exceso propias y ajenas me han aportado referentes directos, profundos. Todos conocemos a alguien que se destruyó ante nuestros ojos. El alcohol y el desengaño, la heroicidad y la miseria moral las podríamos encontrar personificadas, cerca nuestro, en cualquier momento y rincón de nuestra vida. En cualquier café, en la puerta de un supermercado o en un banco, podemos encontrar a alguien que nos contaría una historia que superaría con creces a la que nos cuenta Leo Carver en El golfo de los Poetas.
¿Es realmente Leo Carver un personaje amoral? ¿Todos podríamos ser, en el fondo, Leo Carver?
Tendríamos que situar primero lo que es la moralidad y lo que no y abriríamos un debate de fondo. Desde la moral al uso (judeo-cristiana) Carver es amoral, sin duda. Se pasa por el arco del triunfo todas las recomendaciones, las que le podría dar un sacerdote pero también las de un médico o un psiquiatra, los nuevos gurús del siglo XXI. Estamos entrando en una época en que pesarán más las pautas morales de los gimnasios y los dietistas que las de la religión católica. Hemos encarado la era de los enfermos crónicos, viviremos cien años o más pero estaremos permanentemente pendientes de nuestra salud y de nuestros abdominales. En relación a estas nuevas directrices la conducta de Carver es también totalmente amoral, no respeta ni su vida ni su imagen, tiene encendidos todos los mecanismos de la autodestrucción. Está por encima de los condicionantes morales porque no le interesa ya lo que puedan pensar de él, en eso es un héroe, nos mira desde arriba. Carver es un destructor a toda máquina hacia las cataratas del Niágara.
Val Gale, poeta inglesa con una muerte que es una incógnita, tiene la textura de un fantasma en El golfo de los Poetas. No porque lo sea, sino porque la falta de memoria reciente de Leo Carver y el mecanismo con el que se acerca a la poeta, genera esa condición etérea. De personaje que está pero no está. ¿Estás de acuerdo? ¿Quién es Val para Fernando Clemot?
La figura de Val es una oportunidad perdida, es la redención (cierta o intuida) que pasa por delante de nuestras vida un día sí y otro también. Tenemos una gran facilidad para generar una enciclopedia de excusas que nos hagan justificar nuestros errores. Todos hemos soñado con vidas paralelas, vidas felices, llenas de emociones y entrega sentimental que nos alejan del día a día, en general exento de estas emociones. Leo para estas lides no es ni más ni menos que ninguno de nosotros, todos buscamos el lugar donde todo cambió, donde se fueron a pique nuestras ilusiones o la inocencia.
Percy, Mary Shelley, Lord Byron o D. H. Lawrence encontraron en el Golfo de los Poetas (Golfo dei Poeti) un lugar para afinar la inspiración. Cuéntanos más sobre tu Golfo de los Poetas propio, ¿cómo se integró la historia en esa localización? ¿Qué ha aportado el Golfo della Spezia a la novela?
Cuando vi las montañas blancas de mármol desde la playa de Marina di Carrara ya supe que aquel escenario iba a ser importante. Era un escenario mágico, el mar, el blanco puro de las vetas de mármol, una representación perfecta de un tiempo de esperanza, de un verano perpetuo, de ese tiempo en que pensamos que la vida nos encamina hacia una aventura única y espectacular. Desgraciadamente luego vemos que todo es más vulgar, que la vida no está a la altura de nuestras expectativas.
Leo Carver y Selma. Padre e hija. La tensión sexual de estos dos personajes durante la novela es contraste con la visceralidad del sexo de Leo Carver con otras mujeres, otras relaciones. ¿Qué es el sexo para Leo Carver? ¿Qué representa Selma para él?
El sexo en Carver aparece como un síntoma más que como una oportunidad o representación de alguna energía de renovación. En algunas fases del alcoholismo las principales necesidades de las personas afectadas se pueden reducir a la sexualidad (expresado muchas veces de una forma adusta o brutal) y a beber. Desde mi punto de vista Carver está en esta fase, encuentra representado el sexo en todo, quizá como reflejo también de su propia inutilidad para tener una relación sexual satisfactoria. Ante la imposibilidad absoluta de sentir se ha convertido en una máquina de follar. En el momento en que se encuentra la imagen de su hija Selma es únicamente una representación de la inocencia perdida, como lo puede ser también el personaje de Ana.
Háblanos sobre los “conceptos-bisagra”, que ya Jordi Gol refiere en una de las solapas del libro, ¿cómo te sirves de ellos para que avance la narración?
Los conceptos-bisagra representan la aparente arbitrariedad que existe entre la observación de un objeto y la representación que la memoria desentierra de nuestro archivo de recuerdos a oscuras. La memoria es enigma y magia, posiblemente uno de los campos más amplios y desconocidos de la inteligencia humana. Sabemos qué es pero no cómo funciona. Podemos estar contemplando una motocicleta y que esa contemplación nos rescate el recuerdo de una boda de hace veinte años o la entrada del colegio al que íbamos de niños. Entrelazamos recuerdos de forma caótica o desordenada pero creo que simplemente desconocemos los mecanismos profundos de la selección de recuerdos que realiza nuestro cerebro.
Para un novelista la explicación de esta aparente arbitrariedad o la simple constatación de ella puede dar alimento suficiente para una carrera literaria. La memoria representa en estos momentos una aventura para cualquier escritor, nos debería poner los pelos de punta pensar en ello, como a aquellos exploradores de mitad del XIX que veían en un mapa las fuentes del Nilo como un espacio vacío.
En El golfo de los Poetas hay un lenguaje cuidado, una narrativa desarrollada, ¿cuánta importancia le das a ese lenguaje y cuánto a la innovación literaria, a la forma, para construir una buena historia?
El hecho de que el personaje central sea un escritor me permitía jugar con un margen amplio. Carver es un buen escritor, sería lógico que se quisiera recrear en lo que escribe. En este ámbito me siento también bastante cómodo. Estamos en un momento difícil. El lenguaje, cómo contamos, es parte fundamental de la literatura, si nos limitamos a escribir crónicas o a imitar el lenguaje periodístico en la literatura ésta acabará convirtiéndose en guiones o en puro periodismo, en imagen al fin y al cabo y en una pugna de imagen contra imagen siempre vencerá la televisión o el cine. Debemos pedir más al lenguaje, ser exigentes, reventarlo para que reviva, la imagen es un enemigo poderosísimo y acecha cualquier descuido. La lucha para que el lenguaje tenga peso por sí mismo, para que tenga una significación que muy a menudo se rechaza, es uno de los tableros de juego en los que se está moviendo el futuro de la literatura de los próximos años.
¿Cómo recibiste la noticia del Premio Setenil por tus Estancos del Chiado? ¿Qué crees que has conseguido con este premio?
Sigo sorprendido con lo del premio Setenil al mejor libro de relatos. Me consideraba ya halagado con que Estancos del Chiado estuviera entre el grupo de finalistas y quedar ganador por delante de libros de cuentos tan buenos como los de Jon Bilbao, Millás, Molina Foix o Bonilla me hace sentir muy bien. También había otros libros sensacionales como los de Esther García Llovet o Martínez de Pisón que se quedaron sin entrar en la final. Creo también es una buena noticia para las pequeñas editoriales, el libro fue publicado en una editorial pequeñísima, con una distribución manual y ha superado a otros libros que no tenían nada que ver con este perfil. Parece que queda un pequeño espacio para las editoriales independientes y para los nombres nuevos. Por ello doblemente satisfecho.
Desde el punto de vista personal creo que he ganado visibilidad y mirar con algo menos de escepticismo este mundillo que nos rodea.
¿Cuáles son tus próximos objetivos? ¿Hay alguna nueva novela a la vista?
El golfo de los Poetas es una novela escrita hace ya cinco años. Hay proyectos y tengo otra novela sobre la memoria, está escrita y está por ahí dando vueltas, en ese limbo en el que flotan tantas.

miércoles, 3 de febrero de 2010

CRÍTICA EN SEMANA CERO SOBRE EL GOLFO DE LOS POETAS ( Ruben Darío Fernández, 21/1/10)


No acabo de encontrarme con esta novela. Digamos encontrarme cara a cara, dejar que me hable con absoluta libertad, o más bien con absoluta claridad. Este texto, eso sí, está cargado de perlas. Además van en racimos. Así como aparece una, van cayendo otras a su lado. Transcribo unas representantes de ellas: “Protégete de la belleza como de la enfermedad. Lo sabían, nadie podrá perdonar tu hermosura, no sabes cuántos peligros encierra.” “La juventud no es más que un tibio ensayo de la vida.” “Probablemente no sea el hombre más que una oscura edad en el largo devenir de los huesos.” “Un día, una tarde, pueden resumir una vida: Remordimientos, deseo, fiebre.” “Te escuchan porque vienes del otro lado del dolor.” Cada una de ellas en su contexto multiplica por cien su fuerza, sin duda. (Hay que leerlo, pues.) Hay muchas más, muchísimas más y para todos los gustos, como ésta: “No hay mejor espejo para reconocerte que la expresión ajena.” (No la comparto, pero seguro que a muchos lectores esta expresión les hará mella.)
El protagonista de esta novela, Leo Carver, es un escritor en las horas más bajas de su carrera y de su vida. Además de un alcoholismo incipiente, padece pérdidas de memoria reciente, por lo que hace uso de unas libretas donde va apuntando el transcurrir de sus días, como forma, es de pensar, de preservar su identidad. (¿Habría identidad sin memoria?) Con su mujer, una amiga de su mujer y su hija, pasará unos días de vacaciones en una costa italiana, el golfo de los Poetas, con la finalidad de poner en orden un margen de tiempo de su juventud, que parece ser que hace de ancla para la satisfactoria sucesión de sus días.
En cuanto a su desarrollo, y a mi pesar, la novela se me asemeja a un muelle que a fuerza de estirarlo perdió su fuerza, su tensión. Aunque esto que digo tampoco es demasiado cierto, pues precisamente el que uno desee seguir encontrando las perlas que va lanzando Fernando Clemot por el golfo de los Poetas, es una tensión, una intriga, que no nos deja aparcar la lectura hasta nueva orden, al irnos encontrando con, al menos para mí, demasiado espacio repetido que alarga los desenlaces. Lo que se extendió demasiado, entonces, fue la tensión. A mí me hubiera encantado esta historia en una novela más breve, o incluso en un relato corto. Entonces habría sido como un buen disparo a bocajarro.
Sin embargo, como contrapunto al tempo de la novela, Fernando Clemot escribe sin rodeos morales, con absoluta libertad para los sentimientos, para el interior humano. Deja libre a la bestia como quien libera una paloma de su encierro. Hay mucho mérito en ello, y eso sí se lo agradecí en la lectura. Es una escritura visceral, pero que también reflexiona.
Al escribir esto se me aclara el porqué la novela no me hablaba con libertad, con claridad, con franqueza. Por un lado, hay sentimientos humanos fuera de la jaula. Y por otro, una distancia, que se me hizo grande, entre los portadores de los sentimientos -cada uno de los personajes- y los sentimientos mismos. Creo que la edad de los personajes es la clave de que no encajen algunas piezas. Hay sentimientos de la juventud extrapolados a la edad madura, casi a una vejez, a un fin de camino, que no acaban de encajar. Al menos, al que suscribe, claro. Cada lectura es un mundo y esta es la mía.
De la trama, no diré ni mú. Sólo que se reconoce mucho trabajo en ella, muchas idas y venidas para encontrar los enlaces adecuados. (Aunque a veces, con tanta distancia textual entre enlaces, que igual se echa de menos un texto más rebajado.)
En global, la novela merece y mucho su lectura, ya sea para ir desenterrando las perlas, para ir recibiendo más de una bofetada, para notar cómo se nos activa, por momentos, los flujos interiores del deseo o para meditar sobre la memoria y sus recovecos, sus embustes y sus carencias.
Ojo, su lectura tanto puede abrir llagas en la carne de más de uno, como hacerlas cerrar.