Hoy tenemos el gusto de ofreceros en
En fin, amigos, que no os entretengo más, aquí os dejo con la entrevista:
¿Cuándo comenzaste a escribir?
Lo mío con la escritura no fue algo vocacional ni nada parecido, de hecho pensando en el tema creo que indudablemente tuve que llegar a escribir de mano de la lectura, ya que desde muy joven sí que fui buen lector. No había escrito nada (con excepción de una historia de romanos que debí escribir con nueve años bajo el influjo de la serie Yo Claudio y Quo Vadis) hasta los veinticuatro años. Por entonces trabajaba en la administración y se organizó un concurso de relato corto en el que fui premiado. Aquello debió mover algo, como esas reacciones químicas de laboratorio, una primera eclosión moderada que afectó a la estructura de la composición, ya que aquel pequeño concurso hizo que me volcara de una forma decidida en la escritura.
¿En qué género te encuentras más cómodo?
En estos momentos en la novela. No escribo cuentos desde hace cinco años. Desde esa fecha hasta ahora he escrito dos novelas y creo que en estos momentos tengo más fresco el tempo de la novela, una forma de escribir no tan inmediata como la que exige el cuento, que creo que demanda un trabajo más de orfebre y de precisión que de largos plazos.
¿Imaginas tu vida sin la literatura?
No en estos momentos. Sobre todo por la lectura ya que, aunque me resulta molesto y me genera angustia, he podido pasar largas temporadas sin escribir. Dejar de leer y escribir sería una limitación excesiva, una carga que llevaría mal, desde luego, aunque creo que como cualquier imposición que limitara mi libertad.
Este año has publicado El golfo de los poetas y te han concedido el premio VI Setenil al mejor libro de relatos publicado en España, ¿qué ha supuesto todo esto para ti?
Posiblemente he ganado una visibilidad que no tenía. Aunque tanto “El golfo de los Poetas” como “Estancos del Chiado” eran libros escritos hace tiempo han sido en este año en que se han editado y han tenido repercusión. Antes había tenido una buena trayectoria en premios de cuentos pero lo del Setenil creo que ha sido una bonita conjunción de elementos, un hecho que posiblemente marque un antes y un después en mi carrera, tanto por la entidad del premio como por el hecho de que lo ganara desde una editorial minúscula y con una distribución manual. También que lo ganaran en años anteriores libros que luego tuvieron una gran notoriedad (en el caso de “Los girasoles ciegos”, o el de Pàmies y Fernández Cubas) y que en la final hubiera nombres y libros de relumbrón ( como los de Bonilla, Millás o Molina Foix) le ha dado una significación especial. Creo que este hecho demuestra que no todo el mundo de los premios literarios apesta (aunque una parte muy grande de los premios de novela están “pasteleados”) y queda todavía un espacio para los premios limpios y los jurados que no se mueven por intereses, amiguismos o manipulaciones. No lo digo porque ganara yo, si hubiera ganado Millás, Bilbao o Márquez hubiera sido igual de justo y limpio todo, pero seguramente al ganar un semidesconocido como yo se hizo todo más expreso.
¿Cómo surgió la idea de escribir “El golfo de los poetas”?
Buena pregunta. He tenido que pensar bastante ya que es una novela que empecé a escribir a principios de 2005 y cuyos primeros momentos tengo perdidos entre tinieblas. Creo recordar que se dibujó primero un escenario general que eran unas vacaciones en familia como fuente de conflictos. Las vacaciones son un escenario de tensiones inigualable: en ningún momento del año estamos más juntos y nos podemos odiar más y mejor que en unas vacaciones. Luego ya ahondé en una personalidad problemática como podía ser la del personaje central, Leo Carver, luego fueron apareciendo su mujer, su hija, y esa amiga o amigo insoportable que siempre hemos tenido que tragar en nuestras parejas. Recuerdo que aquellas primeras semanas busqué la casa donde tenían que pasar las vacaciones, como si realmente fuera a alquilarla, la busqué hasta que encontré unas fotos del tipo de casa que buscaba. Tenía jardín y estaba en cuesta; también tenía una piscina, tres plantas y estaba pintada de color crema. Era la casa de Leo. La memoricé en sus rasgos y también me dibujé un pequeño plano que me puse frente al ordenador. En todo momento traté que el espacio de juego fuera conocido, familiar, y la mejor forma de que eso fuera así era que yo lo sintiera como mío, que tuviera una imagen exacta del lugar donde tenía que moverse buena parte de la novela.
¿Cuántas veces has estado en el lugar donde transcurre esta historia?
He estado en Carrara, Pisa y toda la zona de costa de Toscana y Liguria bastante. En concreto la zona de Marina di Carrara me pareció un lugar hermoso y evocador. En pleno verano desde la playa hay una vista muy hermosa de las Montañas Blancas, las montañas del mármol con sus explotaciones mineras brillan como si estuvieran nevadas. Luego también desde los miradores que hay en la sierra (en concreto desde el de Campo Cecina sobre las canteras) se puede sacar material para el recuerdo, para una memoria atormentada que brille como el mármol en la oscuridad.
¿Y has escrito allí?
La verdad es que cuando estuve allí no escribí ni una letra aunque sí que bebí bastante y creo que para el lector de “El golfo de los Poetas” le resultará igual de reveladora una circunstancia como la otra. Por aquel entonces escribía muy poco.
¿Te sientes identificado con Leo Carver?
Leo Carver no es un personaje simpático. No es ningún arquetipo ni modelo de nada. Es un personaje extremo que sobrevive como puede a su instinto de destrucción aunque en este precipicio sin fondo en el que vive mantiene una cierta coherencia autodestructiva.
¿Crees que si su vida hubiera sido de otra manera si los hechos terribles de su juventud no hubieran llegado a suceder?
Si Leo Carver no hubiera tenido la historia de Val en la recámara hubiera buscado otra que le sirviera de excusa. Simplemente busca un punto, un elemento que le sitúe en el momento en que las cosas le empezaron a ir mal. Busca un chivo expiatorio en su pasado, un hecho que le haga pensar que si hubiera ido en otra dirección todo hubiera ido mejor. Es difícil reconocer de una forma directa un fracaso ( en este caso su vida) sin buscarle peros y circunstancias que atenúen el peso de nuestra culpa. En este caso la historia de Val es una salida, un recurso mental para ahuyentar un error de peso, un error de fondo.
¿Qué esperas que encuentren los lectores en El golfo de los poetas?
El golfo de los Poetas es una historia intensa y dura, narrada desde un yo hegemónico y ambiguo. Hay un narrador poco fiable. No es evidentemente una historia divertida pero creo que si el lector acierta a entrar en la dinámica mental del narrador puede obtener un acercamiento a un infierno personal. Sería como acercarnos al fuego sin llegar a quemarnos las pestañas. También creo que es una novela que apuesta de forma definitiva por la palabra, por la palabra en su sentido cognitivo más profundo, no como vehículo de una historia sino la palabra como historia misma. Si dejamos de lado el valor de la palabra, del lenguaje, la literatura acabará semejándose cada vez a la imagen y en esa partida tenemos todas las de perder. Si nos limitamos a narrar una historia de forma aséptica convertimos la novela en guión, en pura imagen. En una época en que la imagen tiene un peso atroz la apuesta por la palabra es la apuesta por la literatura de principio.
¿Tienes ya nuevos proyectos?
Tengo una novela acabada y alguna en ciernes. También un libro de cuentos. Me gustaría cerrar en tres novelas un ciclo sobre la memoria y sus mecanismos. La memoria es seguramente el secreto (junto con la vida, el sueño y la muerte) más poderoso que albergamos los seres humanos. Me gustaría escarbar en los mecanismos que hacen que despierten los recuerdos de ese limbo oscuro en el que viven. Cómo funciona la memoria, cómo miente, cómo rellena lo que no ha ocurrido con recuerdos prestados… Creo que es un enigma y un campo de experimentación maravilloso. La memoria y sus secretos daría para una carrera literaria pero me gustaría dar mi granito de arena con este pequeño ciclo.
Muchas gracias, Fernando, por tus respuestas, tu tiempo y tus fotos de la presentación de El golfo de los poetas. Esperamos que el 2010 te sea tan favorable como el 2009, tanto en lo literario como en lo demás.
A vosotros, como siempre, queridos lectores, gracias por estar ahí un semana más.
Cristina Monteoliva
Título: El Golfo de los Poetas
Autor: Fernando Clemot
Editorial: Barataria
Págs: 288
Precio: 17 €
A veces pienso que las casualidades no existen, que tiene que haber algo más para que se den las coincidencias. Tan sólo un ejemplo para reafirmar lo que digo: existen en el mundo lugares mágicos, localizaciones que atraen por igual a novelistas y poetas a lo largo de los siglos. No, no creo que sea casual, pero, ¿qué tendrán estas localizaciones para que resulten tan magnéticos, tan evocadores, tan profundamente inspiradoras? Tal vez lo averigüemos tras la lectura de El golfo de los poetas, la última novela de Fernando Clemot.
El famoso escritor Leo Carver vuelve tras treinta años al Golfo de los Poetas, lugar que marcara su juventud y zona turística italiana ideal para pasar las vacaciones estivales en familia. Sin embargo, las cosas en la familia de Carver no van del todo bien, y ni siquiera la tranquilidad que ofrece un sitio tan bello como éste podrán hacer que las mejoren. ¿Será culpa del sitio y los acontecimientos que sucedieron allí en el pasado? ¿Tal vez Mery, la amiga de Rocío, la compañera de Carver, sea un obstáculo demasiado alto que saltar? ¿O será el propio Carver el que no quiera que las relaciones sean buenas?
El protagonista y narrador de esta historia no es otro que Leo Carver, ese escritor en decadencia que ya sólo escribe best-sellers para mitómanos, el hombre infiel por naturaleza, el que todo tiene que apuntarlo en sus libretas pues ya apenas consigue recordar nada de lo que ha hecho o dejado de hacer recientemente. Se trata éste de un narrador engañoso, demasiado subjetivo, tremendamente influenciado por el alcohol, la autocompasión, los recuerdos que le atormentan desde hace tiempo, la falta de memoria y el egocentrismo. Es un guía atormentado, una sombra de lo que un día fue o él cree que fue, que no deja de darle vueltas a los mismos asuntos, con una intensidad sobrecogedora. A veces parece dirigirse a sí mismo en su discurso, otras veces se dirige a las mujeres a las que ha amado, o más bien, con las que ha compartido lecho, como si de verdad alguna vez le hubieran importado las relaciones que con ella mantuvo.
La mayor parte de la acción tiene lugar en el Golfo de los Poetas, apelativo con el que se conoce al Golfo de
Leo Carver, como decíamos anteriormente, no está sólo en esta idílica localización. Le acompañan, por citar tan sólo algunos de los personajes secundarios, su compañera, Rocío, esa mujer con la que apenas comparte el lecho; Selma, la preciosa hija adolescente de Carver y Mery, ese ser incómodo que no dice ni una palabra en todo el libro, la amiga que se antepone entre Rocío y Carver.
El Golfo de los Poetas, en conclusión, no es tan sólo una obra que nos habla de un hombre decadente y atormentado, un alcohólico sin remedio en busca de la respuesta a una pregunta que lleva muchos años haciéndose, un ser que en realidad no quiere cambiar, sea cual sea esa respuesta; sino también un lugar al que acudir cuando queramos plantearnos hasta qué punto nos engaña nuestra memoria, cuanto de cierto hay en la percepción que tenemos del mundo o porqué nos empeñamos en distorsionarlo todo a nuestro antojo. ¿Acaso no te lo cuestionas tú también a veces?
Nunca he estado en el Golfo de los Poetas, tal vez debería ir un día allí. O tal vez no, porque puede que el sitio real no me agrade tanto como el que he conocido en esta novela. Lo que sí puedo decir es que merece la pena adentrarse en El Golfo de los Poetas de Fernando Clemot. ¿Te lo vas a perder?
Cristina Monteoliva