lunes, 19 de julio de 2010

CRÍTICA SOBRE "ESTANCOS DEL CHIADO" APARECIDA EN EL DESVÁN DE LOS LIBROS


ESTANCOS DEL CHIADO

por Marta María López

Aparecida en El desván de los libros
http://www.eldesvandeloslibros.net/2010/07/estancos-del-chiado-fernando-clemot.html

Podría empezar diciendo que este libro ha ganado el premio Setenil al mejor libro de relatos publicado el año pasado o que su autor, Fernando Clemot, no es nuevo en esto de los premios y que ya ha obtenido otros muchos, pero la verdad es que no ha sido ninguno de sus premios el que me hizo que me comprara este libro, sino el boca a boca, la opinión de un puñado de lectores en quienes confío que aseguraron que tenía que leerlo. Y lo leí.

Lo primero que se me vino a la cabeza al terminar de leerlo fue que este era, sin lugar a dudas, un libro portugués. Portugués por la melancolía, por la localización de algunos relatos, pero también por las influencias, algunas de ellas clarísimas: creo que el Tabucchi de Sostiene Pereira puede verse en el relato titulado Orgullosamente apasionado. Clemot es un autor raro si lo comparamos con lo que se está escribiendo en España en este momento. Sus influencias no son norteamericanas ni centroeuropeas, son portuguesas. En sus descripciones –creo que las descripciones son su fuerte, se recrea en ellas, son bellísimas casi siempre– nos hacen recordar al mejor Lobo Antunes y la melancolía que tanto asocio a todo lo portugués me recuerda a la poesía lusa de principios-mediados del siglo XX.

El libro se organiza en tres bloques. El primero, “Mitologías”, agrupa cuatro relatos de temática más o menos histórica que tienen como protagonistas al dictador Salazar, a Totó, el cómico italiano, o a dos de los escritores portugueses más insignes. Una dame sans merci relata el encuentro en un café de Eça de Queiroz y Cesário Verde. Este relato me parece brillante no sólo por cómo está escrito, sino porque demuestra un conocimiento profundo de la obra de ambos autores. La conversación que mantienen es reflejo de esto. La dama sans merci que acompaña a Verde es reflejo de la dicotomía que aparece en toda su obra: mujer del campo/ mujer de la ciudad. La primera representa la pureza y la entrega y la segunda la altivez, la dominación que hace que el enamorado se sienta humillado. Las palabras de Verde en este relato nos recuerdan a su poesía, su crítica al mundo en el que le había tocado vivir. En la actitud de Eça puede verse también una de las temáticas más frecuentes en sus obras: las apariencias.

Orgullosamente apasionado, como ya dijimos, es un homenaje a Sostiene Pereira ya desde el nombre mismo del protagonista o el hecho de ser viudo, incluso en la manera de moverse por la ciudad, pero también en la narración (“Sacó Pereira con parsimonia el pañuelo…”, Alejó Pereira la vista del papel…”). En este relato encontramos algunos de los ejemplos más claros de la narrativa del autor: “…mientras sus dedos gruesos empiezan ya a pulsear en la hilera de postales y cartas, testarudo y paciente, como un bibliotecario miope buscando una reseña perdida” o “Afloraba a menudo allí, de cualquier rincón, la caridad, la esperanza, una sencillez en el sentir que con frecuencia adormecía su pena, la reducía hasta hacerle ver que no era la suya más que una mezquina gota en el amplio caudal del dolor humano”.

El segundo bloque de relatos está reunido bajo el título “El jardín de la memoria” y en ellos se nota una mayor introspección que en los primeros, es como si el yo narrativo se contara a sí mismo sus propias experiencias para tratar de comprender, como cuando decimos en voz alta nuestros miedos porque así parecen menos aterradores. A este grupo de relatos pertenece el que da título al libro, Estancos del Chiado (puede leerse punchando AQUÍ), el relato que me convenció de que tenía que comprar este libro. Está escrito desde un presente desengañado, el narrador mira hacia atrás, hacia a aquel tiempo en Lisboa, en los estancos donde pasaba el rato observando a las mujeres que trabajaban allí o simplemente viendo pasar la vida, tratando de entender porque uno deja escapar las oportunidades.

El último bloque de relatos, bajo el título de “Ocasos”, recoge una serie de historias contadas desde el desengaño que el paso destiempo trae consigo, porque pocas veces lo que nos imaginamos que a va a ser nuestro futuro se cumple. Incluso los malos tiempos pasados, parece decir Clemot, tienen un valor incalculable por su irrepetibilidad, por la imposibilidad de volver a ser quienes hemos sido, aun cuando lo intentemos. Quizás sean Levante y Terrazas de otoño (especialmente este último) mis relatos favoritos de esta parte.

Clemot es un autor que mima el lenguaje y que se demora en contarnos las historias, sin prisas, deteniéndose en las descripciones y en la psicología de los personajes.

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