sábado, 11 de septiembre de 2010

CURSO AVANZADO DE NARRATIVA DE FERNANDO CLEMOT EN EL LABORATORIO DE ESCRITURA


CURSO AVANZADO DE NARRATIVA
Curso teórico-práctico ( 34 HORAS)


Este curso está orientado al desarrollo y profundización de personas que buscan un nivel mayor en la práctica de la escritura narrativa, bien porque hayan aprobado el curso anterior o tengan experiencia inicial en la escritura de cuentos. Se estudiará la evolución de la narrativa a través de las corrientes realista y fantástica, y, a su vez, las estrategias de redacción y composición de un libro de cuentos.

PROFESOR: Fernando Clemot
LUGAR:
Laboratorio de Escritura
C/Escorial, 11 08024 Barcelona
932139489 cursos@laboratoriodeescritura.com


MÁS INFORMACIÓN CURSO PRESENCIAL
http://laboratoriodeescritura.com/laboratorio/cursos-presenciales/narrativa/narrativa-avanzado.php#

TAMBIÉN EL CURSO EN FORMATO AULA VIRTUAL

http://laboratoriodeescritura.com/laboratorio/cursos-virtuales/narrativa/narrativa-avanzado-virtual.php

viernes, 3 de septiembre de 2010


De nuevos cuentistas españoles
por José María Merino

REVISTA DE LIBROS
nº 165 · septiembre 2010


Su atenta y continua dedicación al análisis y difusión de las formas breves de la narrativa –cuento literario y microrrelato– han convertido a Fernando Valls en el principal estudioso del género entre nosotros. Valls, que ya en 1993 compuso una memorable antología del relato español que comprendía el espacio de tiempo desde 1975 hasta aquella fecha –Son cuentos–, y que posteriormente, a lo largo de los años, ha venido publicando nuevas recopilaciones de cuentos y de microrrelatos, dando a conocer las obras de los escritores que han ido apareciendo en el género breve, presenta hoy, en coedición con Gemma Pellicer, una antología en la que recoge «los nuevos nombres del cuento español actual».
La antología, que además de los cuentos incluye breves biografías de cada autor con su particular poética, viene precedida de un prólogo, «Relatos para un nuevo siglo», donde, además de encuadrar los textos en el presente momento histórico y en el marco social y político del momento, con las transformaciones del mundo editorial, los antólogos repasan otros aspectos. Así, exponen los criterios selectivos, como la pretensión de abarcar un espacio en el que quepan los treinta y cinco autores seleccionados, nacidos entre 1960 y 1984 (nueve mujeres y el resto hombres); no excluir a quienes, siendo de origen hispanoamericano, como Andrés Neuman, desarrollan su obra en España, desde una idea de ámbito lingüístico común; y presentar, más que un panorama exhaustivo, un «estado de la cuestión» del cuento que está escribiéndose en España en estos momentos, «un conjunto de voces distintas capaces de componer una cierta armonía de época». Por otra parte, los autores han huido con perspicacia «tanto de planteamientos apocalípticos como adánicos».

Aunque a los nombres seleccionados podrían añadirse otros también relevantes, hay que aceptar que las características mismas de una obra de este tipo obliga a sus editores a inevitables restricciones, y señalar que la selección realizada es sin duda respetable y significativa, y que ofrece una muestra interesante del momento presente del género.

Lo primero que puede decirse de la antología es que, en general, los cuentos tienen un nivel de escritura más que aceptable. A la vista del conjunto, no cabe duda de que el género, tanto desde el punto de vista de su concepción como de su ejecución, presenta hoy en España un nivel estimable. En el mismo prólogo, Valls y Pellicer señalan, con razón, que estos escritores «se valen de una lengua literaria que, en diversos grados, puede resultar funcional o estéticamente elaborada, según convenga a sus historias, al tiempo que apuestan casi siempre por la adecuación del lenguaje y, sobre todo, por la concisión expresiva».

En la recopilación predomina el cuento realista: veinticuatro de los treinta y cinco cuentos se adscribirían a esta modalidad. Dentro del realismo preponderante, pueden distinguirse dos perspectivas principales: los cuentos que podríamos denominar «de referente reconocible», cercano en cuanto a escenarios y personajes, y otros que ofrecen como espacio dramático y protagonistas un referente exótico, e incluso un «no lugar», de difícil concreción en un marco determinado. Hay también otros cuentos que, adscritos al ámbito realista, tienen peculiares matices de extrañeza o experimentación y, por último, algunos testimonios del cuento fantástico.

Pertenecen al espacio de lo reconocible el cuento de Carlos Castán –una historia de amor, delirio y muerte–, el de Berta Vías –una evocación familiar teñida de cierto secreto–, el de Cristina Grande –una crisis de pareja basada en una causa de apariencia insignificante–, el de Manuel Moyano –el proceso de incomunicación de otra pareja–, el de Pablo Andrés Escapa –la evocación poética de la despedida de un maestro–, el de Pepe Cervera –otro cuento de soledad y desapego amoroso–, el de Ernesto Calabuig –centrado en cierto desasosiego sentimental–, el de Jesús Ortega –un período de fracaso de una familia y de sus miembros–, el de Julián Rodríguez –sobre la melancolía de los recuerdos, al hilo de un poema de Ramón Gaya–, el de Berta Marsé –un cuento también de fracaso, donde se hace resaltar el marco social–, el de Miguel Ángel Muñoz –otra evocación del pasado, con la tragedia de vivir–, el de Cristina Cerrada –de nuevo los problemas de la comunicación sentimental–, el de Ricardo Menéndez Salmón –cuyo tema sería el dolor oculto en lo cotidiano– y el de Irene Jiménez –que también tiene como elemento central el desapego sentimental y la soledad–. En este mismo espacio, que denomino de «lo reconocible» –pues los escenarios y los personajes no resultan extraños a la realidad española contemporánea–, se inscribirían también otros cuentos, aunque en este caso marcados por la pura crónica de los sucesos, que se detienen principalmente en el simple pasar de la vida. Estos serían el de Daniel Gascón –centrado en las últimas peripecias hospitalarias de un abuelo–, el de Ismael Grasa –la descripción de un desplazamiento y ciertas incidencias que lo señalan– y el de Esther García Llovet –los mínimos sucesos en un restaurante tras una boda, con personajes anodinos–.

También en la perspectiva del realismo hay otros cuentos en los que llama sobre todo la atención del lector es lo que pudiéramos denominar, con neologismo proveniente del mundo industrial, la «deslocalización» de los relatos, la falta de referente conocido o familiar, pues en bastantes casos apenas parecen tener nada que ver ni con España ni con sus gentes. No se trata del exotismo habitual, por ejemplo, en los cuentos de Somerset Maugham que, localizados en espacios lejanos, conservan no obstante personajes anglosajones, cercanos al autor, como protagonistas de la trama desarrollada. En el caso de la antología de Valls-Pellicer, Fernando Clemot presenta una historia de evocaciones desde la mala conciencia en una comarca italiana y mediante personajes exclusivamente italianos; Pilar Adón nos ofrece un lugar indeterminado donde los personajes, convocados por un anfitrión que no aparece, resultan curiosos náufragos de una especie de isla misteriosa; Óscar Esquivias nos habla del miedo a vivir, también en un escenario italiano y con personajes exclusivamente italianos; Jon Bilbao, para describir la crueldad de un ajuste de cuentas, nos presenta a un conjunto de jóvenes en una excursión por ciertos parajes norteamericanos –como el Yosemite Valley– sin que haya una presencia española determinada; Miguel Serrano nos cuenta cómo el dolor impide la comunicación en la evocación de ciertas fiestas comunales en algún «no lugar», donde hasta los personajes han perdido sus nombres; por último, Elvira Navarro elige también un lugar indeterminado para hablarnos de la soledad y de la difícil comunicación.

Esa tendencia «deslocalizadora», que ya se apuntaba en la recopilación
Pequeñas resistencias. Antología del nuevo cuento español, preparada por Andrés Neuman (Madrid, Páginas de Espuma, 2002) y que no tiene la coartada del subgénero –terror, fantasía, etc.–, indica una peculiar característica de bastantes de nuestros más jóvenes cuentistas contemporáneos. Para comparar esta realidad con la norteamericana, por ejemplo, he repasado el libro Habrá una vez. Antología del cuento joven norteamericano, que seleccionó Juan Fernando Merino (Madrid, Alfaguara, 2002) y que reúne a veinticinco autores de aquella nacionalidad nacidos alrededor de los años sesenta, y tal afán «deslocalizador» no se advierte en ellos, ya que todos los cuentos, incluso los de algunos escritos por autores hijos de la emigración china, por ejemplo, ofrecen personajes y espacios claramente identificables con los de su entorno, los Estados Unidos de hoy. Creo que en ese propósito, manifestado por bastantes de nuestros nuevos narradores, de no encuadrar su obra en el espacio lingüístico e histórico en el que se crea, no hay a mi juicio solamente una tendencia «metaliteraria», sino que es resultado de una desidentificación de pretensiones cosmopolitas, en la que merecería la pena profundizar.

En todo caso, en casi todos estos cuentos de corte realista, tengan o no un referente reconocible y familiar para el lector español, la evocación más o menos melancólica, la soledad, el fracaso, la difícil comunicación, la mala conciencia, el infierno en los otros, eso que he llamado el dolor oculto y la tragedia y el miedo de vivir, o lo anodino de la existencia diaria, constituyen los temas centrales. Es raro encontrar humor, aunque no falta el sarcasmo.

Dentro también del campo realista, aunque con peculiares matices, se encontrarían al menos otros siete cuentos: el de Andrés Neuman –un ajuste de cuentas en una atmósfera que puede calificarse como expresionista–, el de Juan Carlos Márquez –una pesquisa policial que tiene mucho de kafkiana–, el de Lara Moreno –la extraña vigilancia de un lugar peligroso que la autora evita describirnos con claridad–, el de Ángel Zapata –un diálogo en una estepa de aire surrealista, que podría adscribirse al teatro del absurdo–, el de Javier Sáez de Ibarra –también de localización italiana, y cargado de un simbolismo poético metaliterario–, el de Matías Candeira –oscuro y beckettiano– y el de Hipólito Navarro –un cuento inclasificable, experimental, basado en una evocación y resuelto formalmente mediante más de cuatrocientas oraciones interrogativas sucesivas–. También en estos cuentos de corte expresionista y metaliterario subyace el tema de la evocación obsesiva, de la incomunicación y de la soledad, aunque hay más humor que en los cuentos estrictamente realistas.

El mundo de lo fantástico es minoritario en la recopilación. El cuento de Ignacio Ferrando, que desarrolla el tema del doble, se adscribiría claramente a este campo. También el de Patricia Esteban Erlés, que resuelve en la pirueta de una súbita y extraña metamorfosis una peripecia de corte realista. El cuento de Juan Jacinto Muñoz Rengel pertenecería a esa corriente que se denomina «steampunk», una especie de fantasía científica ambientada en la época de las máquinas de vapor. El cuento de Víctor García Antón, al hilo de una metamorfosis, está en la frontera de lo onírico y lo delirante, y el de Ángel Olgoso, que transcurre también en el pasado, nos presenta la historia extraña de un macrocéfalo y de un coleccionista de deformaciones. En cualquier caso, lo fantástico parece marginal dentro de las preocupaciones de nuestros más recientes escritores de cuentos.

Un aspecto también interesante de la obra es el de la teoría que los narradores presentan. Los prologuistas dedican a este asunto una parte de la introducción, que titulan «El malestar de la teoría», señalando que las reflexiones de los autores, «obtenidas en algunos casos a punta de pistola, adoptan formulaciones diversas», y ciertamente es así, pues unas son más extensas que otras, algunas se proponen como repertorio de aforismos o a modo de curioso recetario, y en casi todas se advierte cierta incomodidad, o expresa desconfianza, ante el compromiso de teorizar. En cualquier caso, buena parte de los autores declaran su deseo de conmover al lector, de perturbarlo.

Otra cosa son las influencias más o menos reconocidas. De manera nada científica, voy a intentar presentar una muestra de los autores a los que bastantes de estos escritores españoles de cuentos de las últimas promociones citan como autoridad en la materia. Repito que mi formulación no es rigurosa, pues no todos los autores hablan de escritores, ni quienes lo hacen los valoran ni los incorporan a su poética de la misma forma. No obstante, como puro apunte de lector curioso, puede ser revelador de ciertas actitudes estéticas y vitales.

Para empezar, solamente quince de los autores recopilados hablan de otros escritores en sus poéticas, y hay quien cita solamente uno, y quien cita veintisiete. El escritor más citado es Chéjov –por seis autores– seguido de Carver –por cuatro autores– y de Kafka y Cheever –por tres autores cada uno–. Dos menciones merecen Borges, Isak Dinesen, Alice Munro y Agota Kristof. Muchos más autores tienen una mención y, aunque predominan ampliamente los extranjeros, hay entre ellos algunos españoles: Ignacio Martínez de Pisón, José Antonio Labordeta, Pere Calders, Cristina Fernández Cubas, Álvaro Cunqueiro, Ignacio Aldecoa, Fernando Quiñones, Antonio Pereira, Francisco Umbral, Pío Baroja, Valle-Inclán –indirectamente, a través de Max Estrella–, Max Aub, Enrique Vila-Matas, Juan Marsé y Andrés Neuman.

Que los cuentistas españoles citen entre sus referencias magistrales a Chéjov y a Kafka no tiene nada de raro, porque ambos autores han impregnado, con sus respectivas estéticas, buena parte de la narrativa occidental. Lo que puede sorprender un poco más es la recurrencia en la cita de Raymond Carver y de John Cheever, cuyo realismo –de calidad indiscutible– tiene como antecedente a Chéjov –a través de Hemingway, por ejemplo– del mismo modo que la generación española de los cincuenta tuvo como antecedente a Chéjov a través de Baroja. La voluntaria «deslocalización», en cuanto a los escenarios familiares, que aparece entre algunos de nuestros jóvenes cuentistas, parece convertirse en «desidentificación» cuando tratan de sus maestros, como si en España no llevásemos escribiendo cuentos siete siglos, por lo menos. En el prólogo, Valls y Pellicer recuerdan que, aunque no sea el caso de los autores recogidos en su antología, «el mimetismo complaciente, acrítico, ha sido uno de los mayores males que vienen padeciendo nuestras letras desde el siglo XVII».


Sin embargo, acaso en el mundo globalizado en que vivimos parece que ya no existan tradiciones nacionales, sobre todo en un campo como el de la literatura, y muy en especial en España, donde, como he señalado en otras ocasiones, la terrible crisis de la Guerra Civil y el posterior fulgor de varias luminarias latinoamericanas desorientó bastante a los escritores de cuentos con respecto a su posible tradición. Lo importante es que el género se encuentra en un buen momento. Ya la generación de los cincuenta –Ignacio Aldecoa, Medardo Fraile, Jesús Fernández Santos, Carmen Martín Gaite...– mostró el vigor y la capacidad mítica del cuento en España. A partir de la democracia puede afirmarse que el género ha ido afirmándose sobre bases cada vez más sólidas. Esta antología de Valls y Pellicer es un ejemplo de la buena salud que manifiesta el género entre las últimas promociones de cuentistas.

jueves, 29 de julio de 2010

EL MICROCUENTO E INTERNET. Artículo de Fernando Clemot aparecido en la revista Ajícara (29/7/10)


El microcuento e internet
por Fernando Clemot

“El microrrelato nace con la idea de ser leído de un tirón, como un chupito de whisky se rellena con la intención de beberse de un trago, al poco sientes el quemazón en la garganta primero y más tarde en el estómago, y esa misma sensación es la que debería quedar en la memoria del lector cada vez que se enfrente a él.” Ginés S. Cutillas

Orígenes


Al microrrelato, al no ser uno de los géneros llamados clásicos, se le han encontrado innumerables inicios y referentes.

Algunos le han buscado una relación directa con géneros anteriores ya que en la literatura siempre se han utilizado textos o formas orales de corta extensión como las fábulas, las parábolas, las adivinanzas… Otros, como el escritor y crítico Pedro de Miguel (1), encuentran en las vanguardias y en los años treinta el caldo de cultivo del género pero habría que decir, poniéndonos estrictos, que el microcuento como género definido tiene una historia breve en español, es un género novedoso, recién inaugurado y no encontramos esa primera definición hasta los años cincuenta, en Argentina, de la mano de Bioy Casares, Borges y Cortázar. Tras estos le siguen otros autores iberoamericanos como Arreola, Denevi o Monterroso y de aquí a los autores españoles como Merino, Zapata, Tomeo, Juan Pedro Aparicio o Ángel Olgoso que junto a los trabajos teóricos de David Lagmanovich, Fernando Valls o Francisca Noguerol acabarán dando una mayor cohesión y profundidad al género.

Así tenemos que en un par de generaciones se ha pasado de las primeras formas de microrrelato o prosa breve a las que Max Aub llamaría “cagarritas literarias” a un género de prestigio, con proyección, con un aparato crítico que lo avala, estudios literarios a su alrededor y con congresos dedicados al mismo.

Nuevos géneros, nuevas tecnologías.

Debates aparte lo que parece claro es que cuando hablamos de microrrelato o microcuento hablamos de un género de muy reciente formación y definición, desarrollado en nuestro país principalmente en los últimos veinticinco años y que coincide de esta forma con el despegue e implantación masiva las nuevas tecnologías: webs, blogs, redes sociales… No sólo en las coordenadas temporales coinciden microrelato e internet si no que en la base de ambas formas de expresión encontramos una correlación decisiva ya que en ambas la brevedad e inmediatez son características definitorias.

Y así es, y en estos años de implantación de la literatura en internet el microrrelato ha resultado uno de los géneros más favorecidos y potenciados por las nuevas tecnologías. El ensayo, el relato tradicional, y mucho menos la novela, no son géneros que por extensión y fondo se adapten al formato de un blog o una página web con la misma comodidad que el microrrelato. Incluso la poesía parece que no encuentra un cauce apropiado en el lenguaje digital que lo pueda representar sin quitarle connotaciones que sí le ofrece el libro impreso.

Se diría que Internet, y en especial el blog, parece un formato creado por y para el microrelato y puede que sea en la blogosfera donde se ha producido un auge más espectacular del género. El microrrelato medio, cuyo tamaño debería oscilar aproximadamente entre doce y veinticuatro líneas, coincide prácticamente con la visualización de lo que comunmente se llama un “pantallazo de blog”. Pocas veces una herramienta se ha adaptado tan bien a una función como en el binomio microrrelato-blog. Fruto de esta adecuación se han desarrollado, especialmente en los cinco últimos años, un buen número de blogs dentro del ámbito nacional dedicados al cultivo del relato breve, no siempre de forma exclusiva pero que sí acogen con frecuencia reflexiones, debates y microrrelatos de los propios blogeros o de escritores colaboradores.

Una buena forma de seguir la actualidad del género es seguir la bulliciosa actualidad de algunos blogs, entre los que podríamos destacar: La nave de los locos, Relataduras, los blogs de Ginés Cutillas y Sergi Bellver, El clavo en la pared, Pensión Ulises, el blog de la revista Al otro lado del espejo, El tacto de un billete falso y los lamentablemente extintos Masacre en los jardines y El síndrome Chéjov

Presente y futuro del microrrelato.

El presente de este género en la red no puede ser más esperanzador ya que coincide en el tiempo con el auge en España del género del cuento, familiar muy próximo del microrrelato. Se diría que los géneros de la narrativa breve pasan por un momento inédito de esplendor, empujado también desde hace unos años por los múltiples premios literarios que espolean a los creadores de cuento y microcuento.

Quizá impulsado por este interés y el desarrollo en la red algunas editoriales se han identificado con el género del microrrelato y han apostado definitivamente por él. De estas cabría destacar especialmente la editorial zaragozana Páginas de Espuma, que recientemente publicó un segundo volumen de su antología Por favor sea breve, y también otras como Traspiés, Menoscuarto, Cuadernos del Vigía, a la par que la labor referencial de Fernando Valls (destacamos sus recopilatorios Ciempiés, los relatos de Quimera y el estudio Soplando vidrio y otros estudios sobre el microcuento español) que ha actuado como verdadero dinamizador del género en España.

1 “El microrrelato se populariza en la literatura en español gracias a la concurrencia de dos fenómenos de distinta índole: la explosión de las vanguardias con su renovación expresiva y la proliferación de revistas que exigían textos breves ilustrados para llenar sus páginas culturales. Algunas de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna son verdaderos cuentos de apenas una línea, y también Rubén Darío y Vicente Huidobro publicaron minicuentos desde diversas estéticas. Junto a estos autores, la crítica señala también al mexicano Julio Torri y al argentino Leopoldo Lugones como decisivos precursores del actual microrrelato…”

Artículo aparecido en la revista Ajícara
( http://www.ajicara.com) el 29/7/10



lunes, 19 de julio de 2010

CRÍTICA SOBRE "ESTANCOS DEL CHIADO" APARECIDA EN EL DESVÁN DE LOS LIBROS


ESTANCOS DEL CHIADO

por Marta María López

Aparecida en El desván de los libros
http://www.eldesvandeloslibros.net/2010/07/estancos-del-chiado-fernando-clemot.html

Podría empezar diciendo que este libro ha ganado el premio Setenil al mejor libro de relatos publicado el año pasado o que su autor, Fernando Clemot, no es nuevo en esto de los premios y que ya ha obtenido otros muchos, pero la verdad es que no ha sido ninguno de sus premios el que me hizo que me comprara este libro, sino el boca a boca, la opinión de un puñado de lectores en quienes confío que aseguraron que tenía que leerlo. Y lo leí.

Lo primero que se me vino a la cabeza al terminar de leerlo fue que este era, sin lugar a dudas, un libro portugués. Portugués por la melancolía, por la localización de algunos relatos, pero también por las influencias, algunas de ellas clarísimas: creo que el Tabucchi de Sostiene Pereira puede verse en el relato titulado Orgullosamente apasionado. Clemot es un autor raro si lo comparamos con lo que se está escribiendo en España en este momento. Sus influencias no son norteamericanas ni centroeuropeas, son portuguesas. En sus descripciones –creo que las descripciones son su fuerte, se recrea en ellas, son bellísimas casi siempre– nos hacen recordar al mejor Lobo Antunes y la melancolía que tanto asocio a todo lo portugués me recuerda a la poesía lusa de principios-mediados del siglo XX.

El libro se organiza en tres bloques. El primero, “Mitologías”, agrupa cuatro relatos de temática más o menos histórica que tienen como protagonistas al dictador Salazar, a Totó, el cómico italiano, o a dos de los escritores portugueses más insignes. Una dame sans merci relata el encuentro en un café de Eça de Queiroz y Cesário Verde. Este relato me parece brillante no sólo por cómo está escrito, sino porque demuestra un conocimiento profundo de la obra de ambos autores. La conversación que mantienen es reflejo de esto. La dama sans merci que acompaña a Verde es reflejo de la dicotomía que aparece en toda su obra: mujer del campo/ mujer de la ciudad. La primera representa la pureza y la entrega y la segunda la altivez, la dominación que hace que el enamorado se sienta humillado. Las palabras de Verde en este relato nos recuerdan a su poesía, su crítica al mundo en el que le había tocado vivir. En la actitud de Eça puede verse también una de las temáticas más frecuentes en sus obras: las apariencias.

Orgullosamente apasionado, como ya dijimos, es un homenaje a Sostiene Pereira ya desde el nombre mismo del protagonista o el hecho de ser viudo, incluso en la manera de moverse por la ciudad, pero también en la narración (“Sacó Pereira con parsimonia el pañuelo…”, Alejó Pereira la vista del papel…”). En este relato encontramos algunos de los ejemplos más claros de la narrativa del autor: “…mientras sus dedos gruesos empiezan ya a pulsear en la hilera de postales y cartas, testarudo y paciente, como un bibliotecario miope buscando una reseña perdida” o “Afloraba a menudo allí, de cualquier rincón, la caridad, la esperanza, una sencillez en el sentir que con frecuencia adormecía su pena, la reducía hasta hacerle ver que no era la suya más que una mezquina gota en el amplio caudal del dolor humano”.

El segundo bloque de relatos está reunido bajo el título “El jardín de la memoria” y en ellos se nota una mayor introspección que en los primeros, es como si el yo narrativo se contara a sí mismo sus propias experiencias para tratar de comprender, como cuando decimos en voz alta nuestros miedos porque así parecen menos aterradores. A este grupo de relatos pertenece el que da título al libro, Estancos del Chiado (puede leerse punchando AQUÍ), el relato que me convenció de que tenía que comprar este libro. Está escrito desde un presente desengañado, el narrador mira hacia atrás, hacia a aquel tiempo en Lisboa, en los estancos donde pasaba el rato observando a las mujeres que trabajaban allí o simplemente viendo pasar la vida, tratando de entender porque uno deja escapar las oportunidades.

El último bloque de relatos, bajo el título de “Ocasos”, recoge una serie de historias contadas desde el desengaño que el paso destiempo trae consigo, porque pocas veces lo que nos imaginamos que a va a ser nuestro futuro se cumple. Incluso los malos tiempos pasados, parece decir Clemot, tienen un valor incalculable por su irrepetibilidad, por la imposibilidad de volver a ser quienes hemos sido, aun cuando lo intentemos. Quizás sean Levante y Terrazas de otoño (especialmente este último) mis relatos favoritos de esta parte.

Clemot es un autor que mima el lenguaje y que se demora en contarnos las historias, sin prisas, deteniéndose en las descripciones y en la psicología de los personajes.

ÉXITO Y RIESGO DEL CUENTO ESPAÑOL: ARTÍCULO SOBRE "SIGLO XXI" APARECIDO EN EL NORTE DE CASTILLA

CULTURA

Éxito y riesgo en el nuevo cuento español

17.07.10 - 00:30 -
De los géneros literarios podríamos decir algo parecido a lo que Leonardo afirmaba de la pintura: son «una cosa mental». Constructos teóricos, abstracciones, figuraciones ideales, su plano de existencia es meramente virtual Existen sólo como impulso y como pauta, y, al mismo tiempo, actúan como matriz de reconocimiento lector. Están, por lo tanto, fuera de la obra, más allá de ella -por encima o por debajo, antes, después...- y no coinciden nunca exactamente con el texto concreto que por principio los desborda y los excede. No se trata de negar de plano, cómo quería Croce, su existencia, pero sí de situarlos en el lugar que les corresponde. Cada obra concreta los refrenda y los confirma, y al mismo tiempo, aunque resulte paradójico, los niega y los refuta en un permanente afán de diferencia y de originalidad, en un perpetuo deslizamiento que encarna la voluntad individual de escritura. Por eso son realidades en precario, que aspiran a inmovilizar los textos en un esquema, hurtándoles su condición temporal, que es su entraña, y privándoles de su naturaleza fluida, de su condición fugitiva y mudable. Y sirven, claro está, para lo que sirven, que no es poco: para hablar de lo múltiple sin que nuestro discurso se enrede en la infinita maraña de lo concreto y quede atrapado en la duplicación de lo existente.
Por eso al reflexionar sobre la actualidad de un género determinado, en este caso el cuento literario, debemos ser conscientes de que nos enfrentamos a una multiplicidad de discursos heterogéneos difícilmente abarcable. Por eso conviene andar con tiento a la hora de proponer diagnósticos y generalizaciones. No cabe duda de que el cuento español goza de buena salud y basta repasar la producción editorial de la última década para comprobar que son muchos los autores pertenecientes a las promociones más jóvenes que se han volcado con entusiasmo en el cultivo de una fórmula capaz de expresar de manera eficaz las inquietudes y las preocupaciones del momento, dibujando el mapa de una nueva sensibilidad.
Apoyándose en gran medida en una red de pequeñas editoriales independientes -que, conscientes de su marginalidad en un panorama editorial controlado por los grandes conglomerados mediáticos, han apostado por convertir el hecho diferencial en signo de identidad-, han ido apareciendo un buen número de libros de relatos que conforman un riquísimo testimonio del presente. De hecho, este fenómeno editorial y cultural, que se inicia a finales de los años 90, ha adquirido tales dimensiones que comienza a ser ya objeto de los primeros balances críticos. Hace unos meses, la bitácora virtual de Sergi Bellver esbozaba un panorama de urgencia del cuento español en el siglo XXI, en el que, entre otras cosas, se incluía un listado con más de doscientos libros de relatos publicados en España (y en castellano) desde el 1 de enero de 2010. La relación exhaustiva de publicaciones -completada, además, por los visitantes de la bitácora hasta las casi 250 fichas- iba además acompañada de una primera valoración de conjunto y de la selección de los veinticinco libros más destacados de la década, elegidos a partir de lo comentarios realizados por un grupo de 50 lectores informados. Los autores elegidos son casi todos conocidos y, en su mayoría, pertenecen a las nuevas promociones que inician su andadura con el fin de siglo. Allí encontramos, entre otros, los nombres de Eloy Tizón, Jon Bilbao, Ángel Zapata, Hipólito G. Navarro, Ricardo Menéndez Salmón, Mercedes Cebrián, Félix J. Palma, Ismael Grasa, Víctor García Antón, Óscar Esquivias. Patricia Esteban o Carlos Castán . . . Todos ellos entrarían, por méritos propios, en esa extensa lista que forman los Fernando Valls ha denominado «nuevos nombres del cuento español». Y este hecho innegable supone un verdadero gozo para el lector, que puede elegir entre un buen número de excelentes narradores técnicamente irreprochables.
No obstante, cabe preguntarse también, actuando ahora como abogado del diablo, hasta qué punto esta expansión representa una profunda y novedosa revolución narrativa. Porque, a pesar de las afirmaciones programáticas y de alguna propuesta puntual ('Nuevas maneras de contar un cuento', por ejemplo, era el título de una interesante antología preparada por José Ángel Gayol para la editorial Llibros del Pexe en el 2005) la gran mayoría de los relatos actuales opta por fórmulas más o menos conocidas y son pocos los autores que han logrado abrir nuevas vías de experimentación formal.
Y el peligro reside precisamente en el acomodamiento y en la rutina formularia. Sin rechazar el valor testimonial del nuevo cuento español, y reconociendo con verdadero orgullo su gran madurez, es preciso advertir que el éxito del género podría acabar por convertirse, paradójicamente, en un riesgo añadido, pues no conviene olvidar que ha sido precisamente la condición marginal y minoritaria del cuento la que le ha permitido funcionar como un lugar privilegiado de exploración narrativa. Lugar que quizá dejaría de ocupar en cuanto alcanzase la condición de literatura de consumo masivo.
No conviene tampoco, sin embargo, pecar de pesimista, y por el momento basta con dejarse arrastrar por el entusiasmo y el buen hacer de los jóvenes cuentistas, entregándose con placer a la lectura. Ya habrá tiempo si acaso, mucho más adelante, de echar la vista atrás y aquilatar las verdaderas dimensiones de un acontecimiento que en la inmediatez del presente se nos ofrece como verdaderamente singular.

ARTÍCULO SOBRE EL RECOPILATORIO SIGLO XXI APARECIDO EN EL NORTE DE CASTILLA

CULTURA

Son los que cuentan

35 autores, de distintas generaciones y tendencias, representan la actualidad del relato español en la antología 'Siglo XXI' publicada por Menoscuarto

17.07.10 - 00:34 -
El cuento tiene tirón. Al menos tirón editorial. El atractivo que el género despierta en el sector está propiciado sin duda por la vitalidad que le aportan nuevas generaciones de narradores que han recogido la antorcha de una tradición que en España, con periodos más o menos brillantes, ha sido significativa desde mediados del siglo pasado. Al calor de este fenómeno han surgido editoriales especializadas y, periódicamente, los teóricos toman el pulso al estado de la cuestión reuniendo autores en antologías con distintos argumentos.
Una de las últimas sale al mercado de la mano de una de esas editoriales especializadas, la palentina Menoscuarto. 'Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual' traza un mapa de autores españoles que escriben en castellano (incluido Andrés Neuman, escritor argentino de nacimiento pero nacionalizado español y residente en Granada) cuya obra se está gestando en el momento presente y es representativa de las distintas tendencias que podemos encontrar en el cuento. Algunos de ellos tienen ya una trayectoria reconocida, a pesar de su juventud, o han sido señalados por alguno de los premios importantes del género. Otros están empezando a despuntar con energía.
Con todas las salvedades que se pueden hacer a las antologías, donde siempre es posible señalar ausencias más o menos llamativas, el libro está llamado a ser, lo es ya, una referencia en el género. Reúne a 35 autores, cada uno de ellos representado por un cuento y por su propia visión del ejercicio de la narrativa en corto. Es decir, cada autor, que está presentado por una breve reseña biográfica con lo más significativo de su trayectoria (libros publicados, premios si los hay...) se ha visto obligado a reflexionar 'en voz alta' acerca de su práctica narrativa. Surgen así 'poéticas' tan distintas como distintos son sus autores, desde declaraciones de intenciones, desnudos más o menos integrales, a decálogos sobre lo que se debe y no debe hacer cuando se empuña la pluma con intención de sorprender al lector, emocionarle o simplemente entretenerle con una historia cuya brevedad debe ir irrenuciablemente casada con la intensidad.
«El cuento solo puede ser bueno, no puede tener bajones», ha dicho recientemente un brillante explorador del género, Alfredo Bryce Echenique, refiriéndose precisamente a sus claves, durante la presentación de su último volumen de relatos 'La esposa del rey de las curvas'.
Intensidad de la que también hacen gala estas poéticas incluidas en la antología, necesariamente breves, como todas las píldoras de creatividad que contiene el volumen. Éste se debe al trabajo de Fernando Valls y Gemma Pellicer. Valls es un atento observador de la narrativa corta española. A él se deben algunas antologías anteriores como 'Los cuentos que cuentan', publicada en Anagrama en 1998, de la que es coautor Juan Antonio Masoliver y que, en parte, sirve de referencia a la actual; como también es un referente la titulada 'Pequeñas resistencias' que Neuman preparó para otra editorial especializada, Páginas de Espuma, en el año 2002.
Valls y Pellicer se preguntan qué está ocurriendo en el género del relato en España en este comienzo de siglo en el que la historia parece haberse acelerado y si los acontecimientos responsables de esa aceleración tienen o no un reflejo en las historias que se cuentan. También dejan claras sus intenciones, primero por la vía de la negación. No estamos ante una antología generacional, ni tampoco ante una selección de autores jóvenes. El más veterano de los convocados, Carlos Castán (autor del rotundo 'El pozo'), nació en 1960 y el más joven, Matías Candeira, lo hizo en 1984.
Lo que sí pretende ofrecer al lector es «un estado de la cuestión, un panorama acerca de los nuevos nombres del relato español actual», afirman los antólogos en el prólogo del libro. Todos los autores reunidos tienen al menos un libro publicado. Algunos han tenido ya tiempo de ser reconocidos como maestros por los más jóvenes, como es el caso del ya mencionado Castán, Hipólito G. Navarro (representado aquí con un relato en el que destaca su planteamiento formal), Ángel Zapata o Ángel Olgoso. Otros han obtenido algunos de los premios de referencia en el género: Fernando Clemont y el burgalés Oscar Esquivias (en la antología representado por el relato 'Miedo', un breve tratado de la angustia que puede producir la 'normalidad') obtuvieron el Setenil; Hipólito G. Navarro, Cristina Cerrada e Ignacio Ferrando ostentan el NH Vargas Llosa y Javier Sáez de Ibarra tiene el Ribera de Duero.
Otros autores han obtenido premios literarios no relacionados específicamente con el relato. Julián Rodríguez (autor de 'Muerte' sobre la memoria individual y colectiva), Ismael Grasa, Jon Bilbao y Pilar Adón tienen el Ojo Crítico; o Andrés Neuman, el Alfaguara.
Tradiciones
Ya sean reconocidos como Ricardo Menéndez Salmón, Berta Marsé o Ernesto Calabuch o estén en sus comienzos como Elvira Navarro, Lara Moreno o Daniel Gascón a la hora de seleccionarlos los autores de la antología han pretendido guiarse «por un criterio de calidad, ambición literaria y singularidad, y por nuestros propios gustos, dentro de la imprescindible variedad necesaria en toda antología, de modo que el resultado final les proporcionara a los lectores una muestra de la pluralidad de formas, temas y estilos literarios desde los cuales abordar narrativamente el mundo».
Mucha más variedad se distingue en la tradición en la que se reconocen o en los autores a los que dicen admirar. Aunque, como apuntan los antólogos, «parece que ha habido una tradición predominante que iría de Chejov, Katherine Mansfield y Hemingway a Carver, y que le habría tomado el relevo a aquella otra que empezaba con E. A. Poe y E. T. A. Hoffmann para desembocar en Cortázar. Sin que falten otros muchos autores más eclécticos , cuyos intereses pasan por la obra de Kafka, Borges, Onetti, John Cheever, Foster Wallace, Alice Munro, Lorrie Moore, o narradores españoles tan dispares como Ignacio Aldecoa, Medardo Fraile, Javier Tomeo, Quim Monzó, Gonzalo Calcedo y Eloy Tizón».
Llegados a este punto, el lector tendrá una idea de la disparidad de intereses y variedad en la ejecución de las propuestas de este 'Siglo XXI' más allá de un posible denominador común que, por otra parte es propio de toda la narrativa breve, ese «poner en tela de juicio la realidad», que pasaría por las influencias que las nuevas tecnologías y un mundo globalizado imponen en nuestra manera de ver el mundo.
Libro pues necesario y de referencia que extenderá su interés en el futuro, ya que dada la edad de los autores habrá que hablar de su futura trayectoria y será interesante ver quienes mantuvieron su posición y quienes se añadieron a una lista de por sí bastante nutrida.
Mientras la antología se hace un hueco entre las novedades literarias a su lado otras propuestas editoriales han corroborado la vitalidad del género. La escritora vasca Julia Otxoa publica 'Un lugar en el parque' confirmando su capacidad para encerrar en unas pocas líneas todo el misterio y el juego de espejismos que la realidad ofrece a los que miran el mundo con la sensibilidad del poeta. El ya mencionado Alfredo Bryce Echenique se 'venga' una vez más contra el absurdo de la vida con una serie de historias cortas de regusto autobiográfico en 'El rey de las curvas'. Por su parte Felix J. Palma ofrece una nueva serie de sus historias fantásticas perfectamente creíbles en 'El menor espectáculo del mundo'.
El cuento está vivo. Las editoriales lo saben, los autores lo confirman. Los lectores levantan quizá no tan deprisa como los anteriores quisieran el telón de sus maravillas.

lunes, 21 de junio de 2010

ARTÍCULO SOBRE "EL GOLFO DE LOS POETAS" Revista El Ciervo, nº706


EL CIERVO
año LIX
enero 2010
nº 706

EL GOLFO DE LOS POETAS Luis Fernández Zaurín


El golfo de los Poetas es la primera novela de Fernando Clemot (Barcelona, 1970), cuya trayectoria hasta ahora se había centrado en el relato corto, en el que había logrado algunos premios relevantes, y en su tarea como editor. El golfo de los Poetas, finalista de un par de premios de renombre, gira, según la contraportada de la cuidada edición de Barataria, en torno a dos ejes temáticos, la memoria y el absurdo existencial. Su argumento lo hace en torno a un escritor, Leo Carver que, desde su alcoholismo, enfrenta tanto su pasado -para tratar de superarlo- como su presente. Narrada en primera persona la novela es un descenso a los infiernos de Carver y a su lucha por ordenar dos mundos, el real y el propio; todo ello lastrado por sus problemas de memoria reciente tras un accidente. El personaje está conseguido y su carácter y caída están muy bien descritos, siendo su peripecia creíble además de resultar de interés para el lector. Su prosa es muy correcta, quizá demasiado, afectación que puede venir de la experiencia de Clemot en el relato. El conjunto resulta sin duda de interés y habla de un autor con clara ambición literaria, algo que se agradece.


viernes, 11 de junio de 2010

"EL LIBRO DE LAS MARAVILLAS", EN OCTUBRE, EN BARATARIA EDICIONES.



"EL LIBRO DE LAS MARAVILLAS", SEGUNDA NOVELA DE FERNANDO CLEMOT, EN OCTUBRE EN BARATARIA.


SINOPSIS DE "EL LIBRO DE LAS MARAVILLAS" A CARGO DE EDUARDO IRIARTE

Presintiendo ya cercano el final de su vida, el narrador de El libro de las maravillas, ingresado en una clínica de reposo, se ve obligado a hacer balance. Ante el convencimiento de que lo experimentado hasta entonces no ha valido gran cosa, decide elaborar una suerte de catálogo de vidas no vividas. Es así como, tomando por modelo el libro de Marco Polo, va recopilando historias ajenas con el convencimiento de que «un cambio radical en el presente puede modificar de forma definitiva nuestro pasado». Llevado por una curiosidad insaciable por el prójimo, va dejando constancia escrita de las vivencias de otros pacientes, como Bridoso y su invierno de emigrante en Hamburgo, donde fue testigo de una trágica inundación, o Bessa, cuya travesía en el maltrecho Ponta do Sol por el Mar del Norte acabó en naufragio. Y entre estas vicisitudes y las de otros personajes —todos con su pasado a cuestas— que pueblan la clínica Dantas, va urdiendo una narración caleidoscópica que le permite compensar carencias pretéritas.
Con El libro de las maravillas Fernando Clemot logra un entramado de voces que van solapándose hasta dar cuerpo a una historia única e insólita, una novela de novelas que constituye una rotunda apuesta por el poder reparador de la palabra.

Eduardo Iriarte


PRIMERA PÁGINA DE "EL LIBRO DE LAS MARAVILLAS"

Vuelve una y otra vez aquella danza de los limpiaparabrisas rechinando como patinadores y el cristal mojado fuera su pista de hielo. En esta terraza que da a la sierra, a oscuras, en mi cuarto, a la hora de dormir y en el baño; retorna el hermetismo de los limpiaparabrisas lanza, vestidos de negro, inclinados igual que el saltador que cuadra sus esquís antes de caer y hundirlos como cuchillos en la lengua de nieve. Los limpiaparabrisas son seres hieráticos y rutinarios, exactos como relojes o soles, con sus punteros enguantados en negro, elegantes también como dos caballeros de frac, son una pareja de luto riguroso; así bajaban los punteros como lanzas entonces, pam, pam, crujían sobre su lengua de hielo y fue entre dos de aquellos latidos que los vi sentados allí, en una repisa de cemento a la entrada del autogrill.
Llovía como el demonio en la autopista del Mediodía y yo venía huyendo de mi vida anterior. No veía casi nada porque la lluvia formaba una pequeña marea en el cristal. Reduje a primera al entrar en la gasolinera. Estaban allí: inmóviles bajo el alero del área de servicio, reparé en ellos nada más entrar en el párking pero su imagen se deshacía entre el agua como un ídolo de fango. Traté de apretar la mirada en aquella oscuridad pero con esa primera mirada apenas intuí dos cuerpos al refugio del alero del edificio...

miércoles, 9 de junio de 2010

PRESENTACIÓN DE SIGLO XXI EN ZARAGOZA



La librería "Los portadores de sueños" acoge este jueves la presentación en Zaragoza de la antología de cuentistas Siglo XXI


El volumen, coordinado por Gemma Pellicer y Fernando Valls, reúne treinta y cinco relatos de otros tantos autores españoles actuales, que además ofrecen su reflexión personal sobre el género.
La librería Los portadores de sueños (Jerónimo Blancas, 4) acoge este jueves, 10 de junio (20 horas) la presentación de Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual,una antología de relatos que acaba de editar Menoscuarto, en la que se ofrece un panorama de la variada producción literaria de este género en la España de hoy.
El volumen, que ha sido coordinado por Gemma Pellicer y Fernando Valls, incluye treinta y cinco relatos de otros tantos autores españoles contemporáneos, unos breves perfiles biográficos y unos textos donde estos escritores reflexionan sobre el cuento y la estética personal que proponen para este género literario.
En la presentación participarán los dos responsables de la edición, el profesor José Luis Calvo Carilla (Universidad de Zaragoza) y algunos de los autores nacidos en Aragón o vinculados con esta comunidad seleccionados en esta antología, como Carlos Castán, Patricia Esteban Erlés, Daniel Gascón, Cristina Grande, Ismael Grasa y Miguel Serrano Larraz, a quienes se sumará Fernando Clemot, que acude desde Barcelona.

AMBICIÓN Y RIGOR. Como explican los editores en el prólogo, el nuevo siglo nos ha traído, junto con la aceleración de la historia, una nueva hornada de escritores de relatos. Si el cuento español parecía haber gozado hasta hoy de una mala salud de hierro, Internet se ha convertido en uno de sus canales básicos de difusión, permitiéndole llevar una dieta sana y transformándose en su alimento bio, al tiempo que le insuflaba vitalidad y aumentaba su público.
Para Pellicer y Valls, los lectores que se pregunten cómo es el cuento actual en nuestro país pueden encontrar respuesta en las treinta y cinco historias atractivas y amenas aquí recogidas. Esta antología de cuentos de estéticas muy diversas, que van del realismo a lo fantástico, da buena muestra de la ambición y el vigor con los que hoy se cultiva la narrativa breve española.

Los treinta y cinco autores seleccionados en Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual son Pilar Adón, Pablo Andrés Escapa, Jon Bilbao, Ernesto Calabuig, Matías, Candiera, Carlos Castán, Cristina Cerrada, Pepe Cervera, Fernando Clemot, Óscar Esquivias, Patricia Esteban Erlés, Ignacio Ferrando, Víctor García Antón, Esther García Llovet, Daniel Gascón, Cristina Grande, Ismael Grasa, Irene Jiménez, Juan Carlos Márquez, Berta Marsé, Ricardo Menéndez Salmón, Lara Moreno, Manuel Moyano, Miguel Ángel Muñoz, Juan Jacinto Muñoz Rengel, Hipólito G. Navarro, Elvira Navarro, Andrés Neuman, Ángel Oleoso, Jesús Ortega, Julián Rodríguez, Javier Sáez de Ibarra, Miguel Serrano Larraz, Berta Vias Mahon y Ángel Zapata.
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Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español Menoscuarto, 2010. Edición de Gemma Pellicer y Fernando Valls Colección Reloj de arena; 44
Plaza del Cardenal Almaraz, 4 - 1º F · 34005 PALENCIA (España) | Teléfono y fax: (+34) 979 70 12 50 | www.menoscuarto.es correo@menoscuarto.es
ISBN: 978-84-96675-48-3 | 624 páginas | 14 x 21 cm | 26 euros

lunes, 31 de mayo de 2010

ARTÍCULO SOBRE EL RECOPILATORIO SIGLO XXI: LOS NUEVOS NOMBRES DEL CUENTO ESPAÑOL ( MENOSCUARTO) APARECIDO EN EL DIARIO EL PAÍS EL PASADO 29 DE ABRIL



http://www.elpais.com/articulo/cultura/relato/corto/hace/grande/elpepicul/20100429elpepicul_1/Tes

EL RELATO CORTO SE HACE GRANDE

por Javier Rodríguez Marcos

"Los libros de cuentos han dejado de ser una engorrosa cláusula en el contrato de un escritor. Tampoco son ya el trampolín hacia la novela para los narradores debutantes o el descanso entre novelas para los consagrados". Lo dice Juan Casamayor, que hace 10 años fundó Páginas de Espuma, una editorial que se enfrentó a uno de los grandes clichés de la edición española: "El cuento no vende".

Sáez de Ibarra: "En Internet 'cuelgas' un relato y recibes el eco de los lectores"

Berta Marsé: "No es el hermano menor ni el primo ni el cuñado de la novela"

"Pasé los primeros años escuchando esa frase por duplicado, sí: no vende, no vende...", recuerda Casamayor, que una década después tiene un catálogo de 170 títulos en papel -con autores como José María Merino, Medardo Fraile o Ana María Shua-, 40 en formato eléctrónico y casas en Argentina y México. Su best seller, dice, es Ajuar funerario, de Fernando Iwasaki, con 54.000 ejemplares vendidos. En 2002, además, se atrevió con Pequeñas resistencias, un imprescindible panorama del cuento en lengua española en cuatro tomos coordinados por Andrés Neuman, que en octubre publicará una nueva entrega consagrada a España.

El escritor Eloy Tizón, que el próximo día 12 dictará en la Biblioteca Nacional la conferencia El renacer de la cuentística, considera clave la aparición de editoriales especializadas para la consolidación definitiva de un género que nunca contó en España con el predicamento que siempre tuvo en Latinoamérica y, sobre todo, en Estados Unidos. Allí una red de revistas pagaba tradicionalmente a los escritores por publicar sus relatos. Basta leer las memorias de Ernest Hemingway, un maestro de la distancia corta, para certificar que en algunos países se podía vivir del cuento.

Junto a Páginas de Espuma, Tizón cita a la palentina Menoscuarto, fundada en 2004 y con 75 títulos en un catálogo en el que conviven los relatos completos de Miguel Delibes, Carmen Laforet o Esther Tusquets con libros nuevos de Gonzalo Calcedo y Manuel Moyano. En Menoscuarto acaba de aparecer Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual, una antología firmada por Gemma Pellicer y Fernando Valls. Profesor de la Universidad de Barcelona, Valls es el gran crítico del género en España. De hecho, Siglo XXI se suma a otras dos selecciones suyas que hicieron época: Son cuentos (Espasa, 1993) y Los cuentos que cuentan (Anagrama, 1993). Si la primera subrayó la labor breve de Juan José Millás, Soledad Puértolas, Javier Marías o Antonio Muñoz Molina, la segunda hizo lo propio con Javier Cercas, Mercedes Abad, Juan Bonilla o Fernando Aramburu.

Para Valls, su nueva antología certifica un hecho insólito hasta ahora: "La continuidad desde los años setenta de un género que en el panorama español ha sido guadianesco". Ello pese a la calidad de figuras como Ignacio Aldecoa, Juan Eduardo Zúñiga o Medardo Fraile. Para Eloy Tizón, por su parte, la gran muestra de la vitalidad del género es, en lo literario, el hecho de que estos dos últimos sigan activos a la vez que los 35 nuevos autores antologados por Valls: de Carlos Castán, de 47 años, a Matías Candeira, de 26, pasando por Hipólito G. Navarro, Pilar Adón, Ricardo Menéndez Salmón o Elvira Navarro.

"Están a la altura de los autores latinoamericanos de cuentos de su generación. Eso es algo que podemos decir pocas veces", afirma Fernando Valls de unos autores cuya "melodía de época", dentro de una gran variedad de temas, sería su pertenencia a "la tradición del realismo" y una "asimilación no mimética de las vanguardias". Más que boom del cuento, apunta Casamayor, lo que hay es "un crecimiento sostenido". Un crecimiento al que han contribuido tanto las ediciones de cuentos completos de grandes clásicos por parte de Alfaguara, Lumen, Anagrama o Alba como los minilibros con uno o dos textos lanzados por Alfabia, Gadir o Alpha Decay.

En los alrededores de la literatura, Valls destaca además tres elementos que han impulsado la vitalidad y dignificación del cuento: 1) Muchos autores han pasado por talleres literarios y ahora ejercen como profesores. 2) Hay al menos tres premios de altura dedicados a los libros de cuentos: el NH, el Ribera del Duero y el Setenil. La primera edición de este último recayó en Los girasoles ciegos (Anagrama), de Alberto Méndez. Y 3) Internet.

Javier Sáez de Ibarra, antologado por Valls y ganador del Ribera del Duero con Mirar al agua (Páginas de Espuma) descata la importancia de la Red como refugio crítico y creativo de un género tradicionalmente "desatendido" por los medios tradicionales. Bitácoras como El síndrome Chéjov, La luz tenue, Vivir del cuento o la del propio Fernando Valls -La nave de los locos- son para el escritor referencias tanto en la información como en la creación: "Uno puede colgar un relato y recibir al instante el eco de los lectores. Tal vez la pega es la ansiedad por renovar los contenidos".

Sáez de Ibarra, que ha publicado tres libros de cuentos, pertenece al club de los fieles al género. Lo mismo que Berta Marsé, autora de En jaque y Fantasías animadas (en Anagrama) y también presente en Siglo XXI. ¿Para cuándo una novela? Ésa es la pregunta a la que los dos se enfrentan recurrentemente. "¡Bastante complicado es escribir un relato!", responde Marsé. "El cuento no es el hermano menor ni el primo ni el cuñado de la novela".

Tres pistas

- Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual.

Antología preparada por Gemma Pellicer y Fernando Valls y publicada por Menoscuarto, la editorial palentina especializada en el relato que ha publicado la ficción breve de autores como Miguel Delibes o Carmen Laforet.

- Pequeñas resistencias. Un panorama del género en español a través de cuatro volúmenes editados por Páginas de Espuma y coordinados por Andrés Neuman desde 2002. En octubre se publicará una nueva selección española.

- El síndrome Chéjov. Bitácora especializada en el cuento del escritor Miguel Ángel Muñoz. Un referente junto a La nave de los locos, blog del crítico Fernando Valls.

jueves, 6 de mayo de 2010

FERNANDO CLEMOT Y "EL GOLFO DE LOS POETAS" EN EL FIRST NOVEL FESTIVAL

Con Arno Camenisch ( Suiza), Vincent Overmeer(Holanda) y Giorgio Vasta (Italia) frente al stand de la First Novel en la Feria del Libro de Budapest.

Junto a Anela Borcic ( Croacia) y Grete Kutsar ( Estonia) en el acto de la Lazar Ervin Hall.

De izquierda a derecha: Grete Kutsar (Estonia), Fernando Clemot ( España), Anela Borcic ( Croacia), Bruno Nassim ( Francia), Vincent Overmeer ( Holanda), Daniel Maftieu (Rumanía) y Giorgio Vasta ( Italia).

A LA VENTA "SIGLO XXI: LOS NUEVOS NOMBRE DEL CUENTO ESPAÑOL" (Menoscuarto. Edición a cargo de Fernando Valls y Gemma Pellicer)



Antologías (VV. AA.)
Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual
Edición de Gemma PELLICER y Fernando VALLS

El nuevo siglo nos ha traído, junto con la aceleración de la historia, una nueva hornada de escritores de relatos. Si el cuento español parecía haber gozado hasta hoy de una mala salud de hierro, Internet se ha convertido en uno de sus canales básicos de difusión, permitiéndole llevar una dieta sana y transformándose en su alimento bio, al tiempo que le insuflaba vitalidad y aumentaba su público. Los lectores que se pregunten cómo es el cuento actual en nuestro país pueden encontrar respuesta en las treinta y cinco historias atractivas y amenas aquí recogidas. Esta antología de cuentos de estéticas muy diversas, que van del realismo a lo fantástico, da buena muestra de la ambición y el vigor con los que hoy se cultiva la narrativa breve española.

Pilar ADÓN | Pablo ANDRÉS ESCAPA | Jon BILBAO | Ernesto CALABUIG | Matías CANDEIRA | Carlos CASTÁN | Cristina CERRADA | Pepe CERVERA | Fernando CLEMOT | Óscar ESQUIVIAS | Patricia ESTEBAN ERLÉS | Ignacio FERRANDO | Víctor GARCÍA ANTÓN | Esther GARCÍA LLOVET | Daniel GASCÓN | Cristina GRANDE | Ismael GRASA | Irene JIMÉNEZ | Juan Carlos MÁRQUEZ | Berta MARSÉ | Ricardo MENÉNDEZ SALMÓN | Lara MORENO | Manuel MOYANO | Miguel Ángel MUÑOZ | Juan Jacinto MUÑOZ RENGEL | Hipólito G. NAVARRO | Elvira NAVARRO | Andrés NEUMAN | Ángel OLGOSO | Jesús ORTEGA | Julián RODRÍGUEZ | Javier SÁEZ DE IBARRA | Miguel SERRANO LARRAZ | Berta VIAS MAHOU | Ángel ZAPATA ||


Col. Reloj de Arena
978-84-96675-48-3
624 páginas
14 x 21 cm.
26.00 euros
© 2009 Ediciones Cálamo, S.L. - Todos los derechos reservados